La Importancia de comprender las dificultades de integración sensorial
-Ps.Gilda Rogat-
Hoy en día son muchos los casos de familias y padres angustiados que consultan en terapia luego de haber transitado por especialistas y haber vivido reiterados intentos de criar a sus hijos sin comprender bien, los que muchas veces, a ojos de personas externas, familiares o profesores, sería el resultado de prácticas de mala educación y falta de límites por parte de sus padres, sin lograr resultados esperados con normativas comunes. Así se observan niños/as y adolescentes frustrados, angustiados y estigmatizados de mañosos, mal criados, alaracos, rebeldes y manipuladores, con importantes problemas de autoestima y trastornos ansiosos, en la medida que avanzan en edad en estos contextos ignorantes de sus particularidades de procesamiento e integración sensorial. Es un gran alivio especialmente para los padres cuando logran comprender que hay características neurológicas de base que han desconocido y una oportunidad para los hijos empezar a vivir libres de tanta culpa e incomprensión. Todas esas ideas del hijo que algunos padres intentan defender ante la crítica injusta de otros diciendo que deben ser más exigentes, cuando sus hijos llorosos, angustiados o enojados, no toleran por ejemplo algunas texturas de alimentos, o rechazan ciertas prendas de vestir, o responden con irritabilidad cuando hay ciertos sonidos que nadie más percibe con la misma intensidad, o rechazan el corta uñas, las costuras del calcetín, la leche caliente o fría, la luz de la ventana, por mencionar algunos ejemplos, ahora se pueden comprender con bases biológicas y explicaciones médicas, que la integración sensorial de sus hijos es realmente distinta y su hipersensibilidad e hiposensibilidad, no son conductas manipuladoras, ni rebeldes, sino realmente de incomodidad o dolor, y que no pueden tratarse como algunos dicen, con mano dura o unos palmazos como antaño, creyendo que de esa forma se pasaría la "maña", porque no es algo voluntario. Incluso, es claro observar cuando estas personas están en estado de estrés o ansiedad por alguna otra razón, sus niveles de percepción sensorial se afectan aún mucho más y sus conductas se vuelven mucho más complicadas. En estos casos, lo que necesitan es apoyo y mucha comprensión de los adultos para poder acompañarlos adecuadamente en un desarrollo funcional con las mayores herramientas posibles para adaptarse desde sus particularidades a las condiciones del medio ambiente, al entorno social y al contexto escolar donde se suelen complicar cuando los educadores no están informados. Padres, observen a sus hijos, traten de entender por qué han cambiado de humor, así podrán anticipar una crisis y ayudar a que sus hijos entiendan lo que están sintiendo, escúchenlos y crean en sus palabras, acojan sus emociones y protéjanlos de la estigmatización, discriminación y bullying; no hay culpa, no hay castigo, son muchas veces víctimas de la falta de conocimiento en el entorno y eso puede cambiar si trabajan coordinados por su bienestar. De esta forma, ellos aprenderán a discriminar, a comprender sus sensaciones y a confiar comunicando mejor lo que les pasa, logrando gestionar mejor sus emociones cada vez que se hacen tan intensas frente al malestar y evitarán posibles trastornos en la vida adulta.